Nos encontramos con una población local muy solidaria con los refugiados que ahora viven en su ciudad: donaron artículos, trabajaron de forma voluntaria en el campo y siempre están dispuestos a ayudar. Pero con cerca del 50% de desempleo y con unos dañados servicios públicos, les preocupa la carga que pueda suponer la presencia de un campo de refugiados.
Los beneficios económicos pueden fomentar la aceptación. Estamos intentando comprar todo lo posible en comercios locales. Algunas cosas a granel se compraron en Lidl, pero vamos a pequeñas tiendas siempre que podemos y normalmente encontramos comerciantes compasivos que nos hacen generosos descuentos.
¡Ahora compramos el yogur a un comercio local que nos dió un montón de pantalones y zapatos en una de nuestras últimas visitas!