Cómo distribuimos juguetes entre 400 niños que no tienen ninguno

Distribuir cualquier cosa en un campo de refugiados de forma justa y digna es complicado. Sabíamos que sería un desafío con 400 niños y adolescentes que, por desgracia, no tienen ningún juguete con el que jugar.

Durante las últimas cuatro semanas nos hemos centrado en lo que consideramos esencial: comida, productos de higiene, de limpieza, cargadores solares, pequeñas lámparas, zapatos, mantas, etc. ¿Pero no está esto demasiado centrado en los adultos? Sin nada con lo que jugar, muchos de los niños estaban recurriendo a los palos y piedras que hay a lo largo del campo con consecuencias inevitables. Había peleas hasta por los balones de fútbol. Los niños estaban aburridos y necesitados de estímulos.

Los juguetes, muchos de ellos donados por la generorísima organizaciónBridge2, todos nuevos o semi nuevos, aún no estaban a la vista en la tienda, pero estábamos deseando sacarlos.

Decidimos usar el mismo sistema que usamos en la tienda y distribuirlos del mismo modo. Tenemos 6 bloques con más o menos 25 viviendas en cada uno. Cada bloque tiene 90 minutos dos veces por semana para recoger cosas. De ese modo, cada unidad familiar puede ir a la tienda dos veces a la semana. Calculamos que podemos dar un juguete decente para cada niño cada tres días. Las reglas acerca de los juguetes son:

  • Cuando llegan a la tienda cada niño puede elegir UN juguete de una pequeña selección que renovamos constantemente con los que tenemos en algunas estanterías dentro de la tienda.
  • Si el niño no viene a la tienda, sus padres pueden escoger un juguete por cada uno de sus hijos
  • No más de un balón de fútbol por familia. Tenemos un número limitado y están muy demandados
  • Debemos reservar algunos de los mejores (los más resistentes y fuertes) para que los últimos turnos no se queden con lo que nadie quiera

Esto funcionó bien y aunque, podamos pensar que pasaría como en cualquier tienda de juguetes, los niños se portaron increíblemente bien. Tuvimos muy pocos intentos de hurto en la tienda (¡que nosotros sepamos!) y muy pocos problemas.

Pero como todo trabajo en este campo, este fue agridulce:

  • Se extendió rápidamente la noticia de que la tienda estaba repartiendo juguetes por lo que en los últimos turnos, y sobre todo el del final, empezó a haber muchos niños impacientes y padres molestos esperando a que la tienda abriese antes de tiempo. Tuvimos que introducir un sistema de tickets para que la gente no tuviese que esperar demasiado fuera de la tienda
  • Algunos de los niños más pequeños no podían entender por qué tenían que esperar y no fue sencillo decir a una niña llorosa que tenía que esperar hasta el día siguiente
  • Tres niños vinieron a cambiar sus juguetes porque no estaban contentos con su elección
  • Dos chicos lloraron porque sólo estaba permitido un balón de fútbol por familia
  • Un hermano mayor estaba tan nervioso por escoger el juguete adecuado para su hermana pequeña que le era imposible decidirse y necesitó algo de ayuda para poder pasar a la siguiente familia

Respetar las reglas que habíamos fijado podía parecer duro y de hecho fue muy, muy difícil.

Pero al menos todos los niños recibieron algo decente con lo que jugar, elegido personalmente por ellos o por sus padres. No hubo peleas por el reparto y finalmente, al final del tercer día, pudimos ver el campo lleno de niños haciendo lo que para muchos de nosotros es tan normal: divertirse jugando.

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