Como organización que coopera con otras agencias con presencia en los campos, hemos de centrarnos en las mejoras que logramos semana tras semana pero, ante necesidades urgentes. somos los únicos que podemos actuar rápidamente.
El 9 de noviembre fue fantástico ver finalmente a los refugiados de Alexandreia trasladarse a casetas prefabricadas después de 8 meses viviendo en tiendas de campaña. Las tiendas eran insoportablemente calurosas en verano, propensas a inundaciones y sin intimidad. No sólo eso, sino que una mujer, feliz de trasladarse con su familia a una caseta, dijo: “Ahora podremos dormir sin ratas”.
Pero el principal beneficio va a ser la protección frente al frío teniendo en cuenta que las temperaturas están empezando a caer muy por debajo de los 0º C.
Desafortunadamente, aunque las casetas prefabricadas disponen de calentadores, las autorizadades no han planeado el suministro eléctrico para proveerlas de energía. Los refugiados estaban más protegidos de los elementos pero aún tenían mucho frío y el equipo médico empezó a temer que algunos de los bebés, las personas mayores y los enfermos muriesen congelados o que provocasen un incendio mientras trataban de mantenerse calientes. Una madre dijo: “Preferiría que mis hijos murieran calientes que congelados”.
Tenemos estupendas relaciones con los miembros de otras agencias que van mucho más allá del deber de ayudar a los residentes del campo pero sus organizaciones son lentas a la hora de actuar. Mientras las autoridades discutían acerca de varias soluciones, lo que podría llevar semanas o meses, tuvimos que actuar.
Cuando las temperaturas cayeron por debajo de 0º C a finales de noviembre, los líderes de la comunidad nos pidieron que hiciésemos algo. En dos días, permitimos a los refugiados negociar un buen trato con un proveedor local para tener 80 nuevos calentadores de gas (aprobados por la UE) que nosotros financiamos y suministramos para colocar en todas las casetas prefabricadas con un cilindro de gas reemplazable una vez a la semana. Calculamos que un cilindro proporcionaría 44 horas de calor por lo que cada caseta tendría al menos 6 horas de calor diarias todas las semanas. ¡No hace falta decir que los residentes estaban encantados!
Cada caseta recibió además una manta anti incendios y un detector de monóxido de carbono.
En un principio nos comprometimos a financiar la sustitución de todos los cilindros de gas una vez a la semana hasta que la red eléctrica funcionase. Pero hace tanto frío que estamos considerando cambiarlos cada 5 días.
Estamos buscando activamente colaboradores y donantes que nos ayuden con el suministro de este calor tan esencial. Las estufas de gas cuestan 7’2 euros y estamos asumiendo una factura de gas semanal de 1.700 euros. Con otras 26 casetas para las inminentes nuevas llevadas, esta ascenderá a cerca de 2.000 euros a la semana.
La gente normalmente nos pregunta cuál es la diferencia entre las otras organizaciones y la nuestra y es esta: cuando hay una emergencia, somos los únicos que podemos actuar inmediatamente en los campos de tal forma que anteponemos la dignidad de los refugiados a todo lo demás.